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El estado de bienestar sueco es una variante del estado de bienestar de economía mixta que se encuentra en muchos países del primer mundo. Sistemas similares se encuentran en otros países nórdicos.
El sistema sueco ha sido categorizado por muchos observadores como un sistema intermedio entre la economía capitalista y la economía socialista. Los que apoyan la idea sugieren que Suecia ha encontrado una manera de lograr uno de los más altos niveles mundiales de igualdad social sin cortar el espíritu innovador o empresarial (por ejemplo, el empresario sueco Ingvar Kamprad -propietario de IKEA- era uno de los hombres más ricos de Europa). Este punto de vista es cuestionado tanto por aquellos que proponen la liberalización económica en Suecia como por los escépticos en la capacidad del socialismo como un sistema de manejo económico viable, como, por ejemplo, el economista sueco Assar Lindbeck que es un crítico de los logros del estado de bienestar de su país.
La frase "modelo sueco" ha sido también utilizada como concepto más general. Por ejemplo, en 2006, la Revista Australiana de Finanzas[cita requerida] contenía un artículo que elogiaba al modelo sueco como referente en economía y política. Asimismo, The Economist publicó, también en 2006, un artículo titulado "The Swedish Model" comparándolo favorablemente al "modelo social" europeo.[1]
La admiración por el sistema económico sueco ha ido tradicionalmente de la mano con admiración con lo que se dice es la actitud "liberal" (de aceptación razonable) en relación con problemas sociales.
El sistema sueco se constituyó lenta pero constantemente durante el siglo XX como consecuencia de muchas decisiones. Este desarrollo fue liderado por el Partido Socialdemócrata y los sindicatos suecos. Enfrentó la oposición de la comunidad de negocios y la oposición liberal y conservadora, sin embargo esa oposición (política) llegó a aceptar mucho del sistema social democrático y, generalmente, ha trabajado a fin de reformarlo desde dentro de sus parámetros.
Desde la gran crisis de comienzos de los años 90, Suecia ha experimentado una importante serie de reformas para modernizar su viejo Estado de bienestar, tendentes a crear sistemas de bienestar basados en la colaboración público-privada y una amplia libertad de elección ciudadana. De esta manera se ha ido creando lo que podría llamarse un “nuevo modelo sueco”, que hoy es pionero en el mundo y cuya existencia explica, en buena medida, los notables éxitos económicos recientes de Suecia sin por ello haber perdido la base de equidad e igualdad que caracteriza su sistema social.[2]